Paulo Mendes da Rocha suele decir que la función de la arquitectura no es más que "apoyar la imprevisibilidad de la vida". Los espacios apoyan la vida cotidiana, los encuentros, el paisaje, el arte. Son algo así como un marco, habitualmente considerado como un elemento de soporte para una obra de arte, ya que resalta y dirige la mirada del espectador hacia el objeto principal. La frase del arquitecto brasileño encaja bien con las soluciones de Lacaton & Vassal. El galardón a la pareja francesa plantea algunas preguntas sobre qué tan acertadas son sus elecciones para la situación actual en el mundo. Esto incluye su filosofía de trabajo, sus soluciones de diseño y la paleta de materiales generalmente adoptada.
Un proyecto que marcó el inicio de la carrera del dúo francés fue el de la Place Léon Aucoc, en Burdeos, de 1996, parte de una iniciativa de la ciudad para "embellecer" sus espacios públicos. Al visitar la plaza, notaron que funcionaba bien, cumplía con las demandas de los lugareños y era encantadora tal cual era. Cambiar sus pisos o instalar bancas modernas no marcaría una diferencia real en la vida de sus usuarios. La propuesta fue utilizar los recursos disponibles en pequeñas mejoras y el mantenimiento de la plaza a lo largo del tiempo. El gesto proyectual de no hacer casi nada y repensar la función de la arquitectura es simbólico y poderoso. Y esto permanece en toda su trayectoria.
Por muy cliché que pueda sonar, esta oficina parece materializar las llamadas 4 R de la sustentabilidad: repensar, reducir, reutilizar y reciclar. Muchos arquitectos se alejan de estos conceptos de sentido común, sin embargo, Lacaton & Vassal los incluyen de forma natural en su trabajo. En primer lugar, la actitud de repensar la necesidad real de crear nuevas arquitecturas, de construir o demoler, impregna su obra. Trabajando habitualmente en reformas o en contextos urbanos consolidados, los arquitectos suelen iniciar proyectos pensando desde el interior hacia el exterior. Es decir, con la empatía de ponerse en el lugar de los futuros habitantes del espacio y evitando considerar los proyectos como pizarras en blanco, sino entendiendo sus características y potencialidades, destruyendo al mínimo y aprovechando al máximo. La idea de agregar y no demoler para construir algo muy similar es algo que, al final, reduce significativamente el impacto de sus construcciones, en una industria que genera enormes cantidades de residuos. Reutilizar estructuras explorando su potencial y reciclar materiales siempre que sea posible son puntos clave en su trabajo.
Al construir nuevos edificios o ampliaciones, la postura de la oficina sigue siendo la misma. Utilizando sistemas tradicionales de pilares y vigas, sin grandes desafíos estructurales, los arquitectos establecen ritmos y perspectivas en los espacios, a través de marcos estructurales bien marcados. El hormigón, generalmente prefabricado, y el acero aparecen en bruto, como la mayoría de las instalaciones. La estructura racionaliza y modula los espacios. Es evidente, pero no protagonista. Enmarca las vistas y la vida.
Pero materializar lo simple siempre es más complicado de lo que parece. "Construir espacios generosos al menor costo posible, con un sentido de economía que no renuncia al confort y la belleza. Gastar lo mínimo para sacar el máximo", comentaba Anne Lacaton en una conferencia en la Harvard Graduate School of Design. El compromiso omnipresente por la economía lleva a una gama concisa de materiales en sus obras: además del acero y el concreto a la vista, las fachadas no son más que el simple cierre de la estructura, utilizando paneles de vidrio o láminas translúcidas. Estos merecen una mención especial, ya que muchos de sus edificios hacen referencia a los invernaderos. Como ellos mismos señalan, si los invernaderos son tan buenos para las plantas, también pueden ser buenos para nosotros. De hecho, es una solución interesante para el clima francés, donde se construyen la mayoría de sus obras. Los paneles, ahora fabricados en policarbonato, láminas transparentes, vidrio y ETFE, permiten que el espacio se inunde de luz natural, entregando un adecuado confort térmico y privacidad, y difuminando el exterior desde el interior, y viceversa. La luz natural entra como actor en sus proyectos, especialmente en los residenciales. Esto es tan evidente que la mayoría de ellos son fotografiados durante el día. La severidad de un espacio arquitectónico completamente austero da paso a las imperfecciones y bellezas de la vida cotidiana.
Incluso con marcos estructurales marcados, las estructuras de Lacaton & Vassal parecen singularmente ligeras. Y los límites parecen confusos desde la distancia. La mezcla de transparencia y translucidez de sus fachadas desvela la vida interior, dando forma a edificios con fachadas casi cambiantes, relacionándose con el contexto. Guilherme Wisnik aporta un interesante análisis sobre la translucidez de las fachadas contemporáneas en su libro Dentro do Nevoeiro [1]. Mientras que la arquitectura moderna buscaba la transparencia, simbólica y literal, a través de paneles vidriados y estructuras expuestas, en sus palabras, "los edificios actuales con fachadas translúcidas o semiopacas, en las que el hueso estructural se desvanece, parecen dialogar con el sistema de búsqueda de información por Internet. Sistema basado en nuevos patrones epistemológicos construidos por algoritmos, en los que todo puede coexistir lado a lado y al mismo tiempo, por acumulación, sin jerarquías claras y mediante vínculos asociativos que muchas veces nos llevan a la dispersión".
"Utilizar lo que está ahí, permanecer simple, abrazar el aire libre y honrar la luz, la libertad y la gracia". El reconocimiento del Premio Pritzker nos hace reflexionar sobre el papel de la arquitectura en la actualidad. Según Anne Lacaton, "cualquier arquitectura también es política. Como arquitectos, no debemos diferenciar entre proyectos para ricos y proyectos para pobres. Esto es inaceptable". La eficiencia en el uso de recursos, ante un entorno ya sobrecargado; la franqueza proyectual y el uso de materiales sencillos y económicos de la mejor forma posible; y la noción de que el edificio debe ser más un marco para la vida y menos un protagonista, son interesantes contrapuntos a los cada vez más apagados y criticados starchitects. Simbólicamente, sus fachadas traslúcidas también nos hacen pensar. Aunque durante 2020 el mundo fue atacado por un enemigo invisible a los ojos, este año también nos demostró que nuestras certezas sobre el futuro no son tan nítidas como creíamos.
Nota
[1] Wisnik, Guilherme. Dentro do nevoeiro: arquitetura, arte e tecnologia contemporânea. São Paulo: Ubu Editora, 2018 / 352 pp.